Parc Cervantes (y) III


En un gran espacio abierto que baja suavemente por la falda de Sant Pere Màrtir, junto a Esplugues de Llobregat, entre la ronda de Dalt y la avenida Diagonal, hay uno de los jardines temáticos más bellos de Barcelona: la rosaleda de Cervantes, justo al lado del parque que lleva el mismo nombre.
Aunque la vecindad piensa que la rosaleda forma parte del parque, en realidad constituye un jardín independiente, con una personalidad que está marcada tanto por las colecciones de rosas como por la estructura, sin muchos obstáculos, que permite disfrutar de una amplia perspectiva de conjunto desde muchos rincones del jardín.



Eso es lo que ofrece la rosaleda de Cervantes desde primavera hasta principios de otoño. Cerca de 10.000 rosales de unas 2.000 especies y variedades diferentes que, en el mejor momento de la floración –entre los meses de mayo y julio– pueden llegar a tener más de 150.000 rosas abiertas a la vez, que perfuman y llenan de color las 5 hectáreas que ocupan el jardín. Un eje botánico nos permitirá viajar, a través de sus rosales, por Asia, Oriente Medio, Europa y América.
Si empezamos la visita desde la ronda de Dalt, lo primero que encontraremos será una gran pérgola semicircular llena a rebosar de rosales trepadores de 233 variedades. Este es un lugar con bancos para sentarse a la sombra y para contemplar no solo la rosaleda, sino también una magnífica vista de Barcelona.




Los parterres de la rosaleda de Cervantes están arreglados y envueltos de un césped espeso que personaliza los rosales y facilita la aproximación del visitante. Pequeños arcos hechos con troncos y adornados con rosales trepadores nos invitan a entrar y, de una manera muy sutil, nos dicen que, en este jardín, el paseo no se tiene por qué ser solamente por los caminos de arena –que también hay, delicados y muy bien delimitados–, sino sobre todo por los caminos de césped, que son los que nos permiten intimar con las rosas.




Dándonos la bienvenida en el acceso que hay en la avenida Diagonal, encontramos un espacio dedicado a los rosales que sobresalen por el aroma de sus flores. Hay 235 variedades, y no hay que acercarse mucho a las rosas para notar el olor, aunque se puede hacer sin ninguna dificultad.
Un aroma exquisito nos acompañará todo el tiempo. Arriba, la escultura de una mujer y seis olivos, contemplan los rosales. Muy cerca, la sombra de los tilos invita a sentarse un rato.

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